"Cuando hoy miramos las filosofías del pasado...notamos en ellas ciertos rasgos de primitivismo. Empleo esta palabra en el sentido estricto que tiene cuando se refiere a los pintores del quattrocento....¿En qué consiste su "primitivismo"?, en su ingenuidad, su candor...¿cuál es la razón del candor...?. Sin duda es el olvido de sí mismo. El pintor primitivo pinta su mundo desde su punto de vista....pero cree que lo pinta según él es.....Nosotros, naturalmente, vemos en su cuadro el reflejo de su individualidad y vemos, a la par, que él no la veía, que se ignoraba a sí mismo y se creía una pupila anónima abierta sobre el universo. Esta ignorancia de sí mismo es la fuente encantadora de su ingenuidad."
(Ortega y Gasset; "El tema de nuestro tiempo", Cap. X: "La doctrina del punto de vista")
Quizá no haya una obra de arte que refleje mejor esta encantadora ingenuidad de la que habla Ortega, que "La anunciación" de Fray Angélico. En ella el artista trata de reflejar el mundo y de modo inconsciente lo que hace es expresar "su mundo", su perspectiva. Observad el uso de la perspectiva en los elementos arquitectónicos para dar impresión de profundidad (una novedad en la representación pictórica del Renacimiento que obedece a un interés por ser fiel a la realidad) y al tiempo un paisaje detallista y abigarrado como telón de fondo, al más claro estilo gótico.
Del mismo modo, explica Ortega, las filosofías del pasado pretendieron dar cuenta del mundo valiendo "para todos los tiempos y todos los hombres"; eran "utópicas". Nuestra mirada encuentra en ellas el horizonte de quienes las idearon.