La ficción del apocalipsis zombi (que ejemplifica la serie “The walking dead”)
tiene un potente simbolismo filosófico que se analiza en este
interesante ensayo: expresa lo que sería un mundo inhumano, es decir, un mundo
en el que la ley hubiese desaparecido, el colapso total de la civilización, nos muestra cómo sería la existencia en
un mundo salvaje. La imagen no puede ser más catastrófica: sin orden ni
autoridad ni ley, la vida se convierte en una mera lucha por la supervivencia,
una especie de guerra de todos contra todos (en la serie de humanos contra
humanos y humanos contra zombis) . El zombi representa a quién, perdida la
capacidad de razonar y sentir, ha perdido su humanidad. No es un animal ni un
autómata, es algo peor; es un zombi, un muerto viviente.
Muchos filósofos reflexionaron sobre cómo sería una existencia sin ley ni orden social, lo llamaron el “estado de naturaleza”. Concluyeron la necesidad de vivir sometidos a una ley. Es el “Estado Social”.
Esta hipótesis les permitió valorar qué se gana y qué se pierde cuando aceptamos vivir sometidos al imperio de la ley.
En el siguiente vídeo, Darin MacNabb nos explica en qué consiste la hipótesis del contrato social, el punto de partida es sencillo: tal como plantea la ficción del mundo-zombi, la desaparición de la ley supone el regreso a la fuerza bruta.
La cuestión central que se debate es la del sometimiento a la ley: ¿por qué aceptamos obedecer?: Maquiavelo y -explica MacNabb- Gengis Khan o George Bush en Afganistán, entienden que la gente obedece por miedo: puro sometimiento a la fuerza, usada ésta de forma mas o menos maquiavélica.
Thomas Hobbes, John Locke, Jean Jacques Rousseau, y John Raws (este último en el siglo XX), ofrecieron una alternativa más civilizada a la cuestión del sometimiento: obedecemos porque consideramos legítimo el poder, y lo consideramos legítimo porque hemos dado nuestro consentimiento, hemos aceptado que imponga su autoridad.
Se supone que si consentimos es porque creemos ventajoso vivir bajo el imperio de la ley, y este es el meollo de la idea del contrato social: ¿qué ganamos viviendo en sociedad?, ¿es mejor o peor que vivir en un "estado de naturaleza"?.
Como veremos, cada uno de los filósofos citados en el párrafo anterior tiene su propia versión del asunto, pero a todos les une la idea de que vivir en sociedad ofrece muchas ventajas, aunque el precio a pagar sea la pérdida de la libertad individual.
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